La vida espiritual de Catalina
Catalina
da muestras de una gran vida de piedad desde los primeros años. Se ve que sus padres también eran personas piadosas
que supieron educar a su hija en las virtudes cristianas. Recojo algunos
ejemplos de la piedad de Catalina:
Se
conservan tres devocionarios.
Primer devocionario
El
primero, el más antiguo, los empezó a usar con solo 10 años. Tiene una etiqueta
de la librería de V. Ibáñez, de Cádiz, por lo que supongo que lo habrá comprado
la madre de Catalina, gaditana ella. Lleva por título "La Santa Misa, Te Deum,
Las Santas Cruces". Está editado en Paris por Sánchez, con exquisito cuidado.
Tiene licencia eclesiástica del Cardenal Arzobispo de Toledo y por el Patriarca
de las Indias. No figura la fecha de edición ni ningún otro dato. Solo el precio
de 12 pesetas.
En unas páginas en blanco que hay al inicio y al final, recoge otras oraciones de su devoción. Hay una colección de estampas que también le marcan un objetivo: Una imagen de la Virgen la estimula imponerse el Escapulario del Carmen; en otra de Jesús niño escribe al dorso “obedecer a los padres”; etc. En las páginas iniciales, escribe: Después de que el celebrante ha dicho el Agnus Dei, aviva la fe de que estas en la presencia de Dios, pídele con verdadero dolor te perdone tus pecados y proponte firmemente no volver a ofenderle jamás y después dirás con todo el afecto posible, la siguiente Comunión espiritual: Oh amorosísimo Jesús mío, creo firmemente que estas en este augusto sacramento. ¡Qué dichosa sería si os hospedase ahora en mi corazón! Venid dulce Jesús mío, venid a purificarme y a abrazarme toda en las llamas de vuestra caridad. Os amo dulcísimo Jesús mío. ¡Quién os hubiera amado siempre! ¡Quién nunca os hubiera ofendido! Pero ya que no soy digna de recibiros sacramentalmente, aceptad mis deseos y dadme vuestro divino amor.
En las páginas finales recoge unas jaculatorias para su devoción:
Ø En el nombre del
Padre y del Hijo y del Espíritu Santo
Ø Dios mío, creo
en Vos porque sois la verdad por esencia. Espero en Vos, porque sois fiel en
vuestras promesas. Os amo, porque sois infinitamente digno de ser amado.
Ø ¡Jesús mío,
misericordia!
En
un sobrecillo mínimo, hay una carta dirigida a su madre, quizá con motivo de su
Primera Comunión que dice así: En este día tan feliz para mí, pido al Señor,
madre querida, con mucho ardor, le conceda larga vida y gran alegría. Su hija,
Catalina.
Segundo devocionario
El
segundo devocionario con el nombre oficial de “Oficio del Domingo (Devocionario
que contiene las oraciones y ejercicios para asistir al Sacrificio de la Santa
Misa). Está editado por Esteban Herm.
Cattaneo, Bérgamo, Madrid y Barcelona. Viene con una anotación: “Me lo
regalaron cuando hice la primera Comunión (31/05/1994, con doce años) y lo
usaba muchísimo de soltera. Tiene un amplio índice dónde señala las oraciones
de la mañana, de la noche, para la Confesión, para la Comunión, ordinario de la
Misa y un largo de devociones a la Santísima Virgen y los santos. En el libro
como marcando las zonas hay una colección de estampas piadosas y de buen gusto.
Entre ellas una de sus tías Adelaida y Olimpia con una cruz de madera de
avellano de Santa Teresa. Y escrita una frase de la santa: De penas que se han de acabar no hagáis caso.
Tercer devocionario
El
tercer devocionario lleva por título Oficio del domingo, Misal Romano, París,
Sánchez y cía. No incluye fecha de edición pero
para señalar las fiestas móviles usa unas tablas que comienzan en 1890,
supongo que recién editado. El contenido es similar al anterior y también hay
un buen número de estampas. Las palabras iniciales son: Este libro se lo
regalaron a mi madre en Cádiz (tenía 29 años) al mismo tiempo que a mí el
primero de los devocionarios. Lo usó poco pero yo después de casada lo usé
bastante. Entre las estampas hay un recordatorio de la primera Comunión de su
hijo José Antonio (31/05/1916) en el oratorio de la casa de Jaén. Hay una
amplia declaración de intenciones que llama: Plan de reforma de vida. Y que
dice así:
“Deseando
de todo corazón adelantar en el camino de perfección y hacer todo lo posible
por corregirme mis muchos defectos, delante de Dios y mi Santísima Madre, la
Virgen María, hago las siguientes resoluciones, con la firme intención de
cumplirla en cuanto me sea posible.
Ø Procurar ante
todo la gloria de Dios y evitar cuanto pueda serle desagradable.
Ø Levantarme, lo
más tarde, a las ocho, lo más tarde, todos los días, e inmediatamente que me
llamen saltar de la cama, cosa que me resulta desagradable, en obsequio a Dios.
Ø Oír Misa todos
los días que pueda y los domingos siempre entera, aún a trueque de ir peor
vestida, o no ir a la iglesia que tenga intención si está más lejos,
esforzándome continuamente por no distraerme y pensar que estoy en presencia de
Dios. Y lo mismo referente a mis devociones.
Ø Hacer todos los
días el cuarto de hora de oración, procurando sacar todo el provecho posible.
Ø Todos los días
que pueda leer con atención un ratito del Evangelio.
Ø Lo mismo, ya en casa,
y en la iglesia, ya sola, ya en familia rezar el Santo Rosario.
Ø Comulgar dos
veces al mes.
Ø Hacer, al menos
una vez al día, una mortificación de los sentidos, mortificar la curiosidad, y
principalmente el amor propio, en cuanto me aperciba de que me va a dominar,
rehacerme y humillarme. Tratar a RM no dejándome llevar nunca de mis arrebatos.
Ø No criticar
nunca. Si oigo a otros que lo hacen procurar disculpar y olvidar lo que oiga,
no repitiéndolo jamás.
Ø No tener envidia
de que mis amigas vayan a algún sitio que yo no pueda ir, ni de ninguna
especie. Cuando por no estar bien, o por cualquier causa, cuando no pueda ir a
algún sitio que me gustaría, desde el primer momento, no impacientarme ni
enfadarme, ofreciendo a Dios este pequeño sacrificio y dándole gracias por él.
Ø En cuanto mis
padres me llamen acudir inmediatamente dejando lo que sea. Cuando me manden
algo obedeceré sin replicar, ni hacérmelo repetir.
Ø Evitar las
discusiones y en todo caso moderarme, reconociéndome inferior, y aunque
reconozca que la razón está de mi parte, no ensoberbecerme.
Ø Procurar no
estar nunca sin ocupación, en le momento en que me dé cuenta de que estoy sin hacer
nada, emprenderé cualquier estudio, trabajo o lectura útil u oración.
Ø Cuando
voluntariamente falte a alguno de estos propósitos, me impondré una penitencia o
mortificación.
Ø Finalmente, no
dejar ninguna noche de hacer el examen de conciencia.
Conclusión
Si
este texto está escrito en el año 1910, Catalina tenía casi 30 años, supone una madurez grande, que le
permite asumir estos compromisos con total seriedad. Y eso refleja una vida
interior muy honda. Así se entiende mejor su preocupación social para sacar
adelante la Escuela o la fortaleza para llevar con serenidad las dificultades
de la vida: la muerte de un hijo, el accidente de otro, la guerra civil con los
obligados desplazamientos y la
incautación de su casa y Escuela, etc. Y también se entiende que busque la
incorporación a una institución como “Las Marías de los Sagrarios”, porque
necesita el apoyo y estímulo necesarios para progresar en su vida interior, tal
como se ha propuesto. Otro aspecto importante es la inquietud con la que busca que los jóvenes fortalezcan su fe: elabora catecismos, da clases de religión, difunde las estampas catequéticas, a modo de cromos, que resumen todo el catecismo.
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