Album de dibujo con glosas poéticas de Catalina Mir

 Hay dos álbunes de dibujos, obra de José de Bonilla y Jaén, que recogen comentarios poéticos sobre el tema de la mano de Catalina Mir. En este, de septiembre de 1925, escribe:

"Llega el fin de septiembre y la terraza queda desierta. Ya no se oyen las inoportunas risas ni los gritos de las bañistas reclamando la atención. Tampoco flotan ya sobre la superficie líquida los gorritos multicolores cubriendo cabecitas locas, ni la cruzan lanchas airosas tripuladas por hombres o mujeres, vestidos a la moda.

La terraza queda desierta. El pisaje recobra su serena majestuosidad y las preciosas ondas verdosas se ven libres de la invasión de extravagancias que las abruman en el verano.

A la izquierda, tras unos pinos encaramados a las rocas, aparece la suntuosa catedral, alma de idealidad. Al frente la costa, lejana y azulada, con reflujos rosas. A la derecha el mar sin límites, profundo, azul, inmenso, que en los días caliginosos del verano, entre la bruma ligera, llega a confundirse con el cielo.

Cuando la atmósfera está limpia de vapores, en los días serenos y espléndidos del otoño, su tono intenso destaca fuertemente sobre el cielo pálido, cortando el horizonte con una fuerte línea de color.

Aquí delante centellean las aguas verdosas en brillantes reflejos, enviados por el sol, inquietos , seductores, atrayentes, arrastrando desde lejanas tierras secretos impenetrables de vida y de muerte, de gloria y de desdichas, de fragor de batallas, de sepulcros de oro, de despojos yertos de la humanidad".

"Tiene cada árbol su poesía, como la tiene cada flor. Los algarrobos, el árbol fuerte y sufrido de follaje eternamente verde, de tono sombrío, cuyos troncos parecen retorcidos en crueles y terribles convuldsiones, como si estuvieran condenados a penas sin fin, por algún dios, mitológico y vengativo".