Relato biográfico Catalina Mir

Catalina Mir Real nació en Palma de Mallorca el 24 de diciembre de 1881. Contrajo matrimonio con José Bonilla, natural de Jaén. Gracias a este enlace vino Catalina a nuestra ciudad. José Bonilla tiene un gesto que le distingue. Me explico: el padre de Catalina perdió buena parte de sus bienes en un revés económico, bienes que fueron embargados y sacados a subasta. José Bonilla acudió a la subasta y entregó a Catalina los bienes que su padre había perdido. El joven matrimonio se instaló en el Palacio de Cobaleda-Nicuesa, situado en uno de los extremos de la ciudad en aquellos años. Se encontraba cercano a las casas de modestos agricultores y de sus huertas. La sensibilidad y el genio de Catalina le llevan a poner en marcha una actividad que presta atención a estas familias y, especialmente, a sus hijos menores, que frecuentemente eran llevados al campo con sus padres y no tenían más instrucción que la que recibían en la familia. Con la ayuda de sus amigas y el consejo de los más experimentados educadores, entre ellos S. Pedro Poveda, Catalina pone en marcha la escuela del Niño Jesús de Praga y se ocupa de que allí se explique aritmética, gramática y catecismo. Busca profesores y alumnos y en octubre de 1919 inicia su andadura. Solo hay dos aulas y dos o tres maestros, pero poco a poco va creciendo y resulta natural que los niños de más de seis años se incorporen a la escuela. Siempre que resulta posible los niños reciben una modesta merienda: un ochío y una onza de chocolate. Pasan unos años y muchos alumnos por sus aulas. Viene la guerra con sus angustias y trastornos. Al acabar se renueva su actividad y con mayor soltura se llega a más niños, algunos en una situación de abandono lastimosa. En esos años despliega Catalina una amplia actividad social e interior, escribiendo relatos y poesías cargadas de belleza. Interviene en las gestiones para recuperar el Santo Rostro, que había sido robado de la Catedral en los años anteriores. Cuando Catalina fallece, en 1961, la escuela llevaba cuarenta años de vida. Y numerosos niños y niñas se habían beneficiados de esa instrucción básica. A partir de ese año, son sus hijos los que se hacen cargo de la escuela, dando continuidad a la labor de su madre. Son sus hijos: José Antonio de Bonilla y Mir, Abogado y Presidente de la Diputación, Antonio es abogado del Estado y muere enla guerra civil, Francisco es Ingeniero Agrónomo, Enrique es Arquitecto y Federico es Médico Así llegamos a 1970, cuando la ley de Villar Palasí, introduce en España la obligatoriedad de la enseñanza privada. Hacen los reajustes correspondientes y la escuela pasa a dar formación para adultos, tras ser aprobada para este fin por la Delegación de Educación. Llegamos a 1981 cuando los hijos ven conveniente dar una nueva orientación a la iniciativa y de acuerdo con Antonio Álvarez Morales, constituyen la Fundación Catalina Mir y la proveen de un fondo dotacional que permita desarrollar la actividad que se viene realizando desde 1919. Ahora lo hace la Fundación Catalina Mir, que lleva su nombre.

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